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Tardadito

Por MARIO LUIS ALTUZAR SUAREZ


Al constituirse la Cámara de Diputados en Colegio Electoral en 1988, el priísta zacatecano Ricardo Monreal Ávila subió a la tribuna para exaltar a sus correligionarios para “ir a romperles la madre” a los seguidores de Cuauhtémoc Cárdenas, que denunciaron el fraude electoral a favor de Carlos Salinas y después se ocultó al incendiar el Palacio Legislativo

Lo consiguió. Tardadito. Después de 19 años de aquel cuadro de fidelidad al salinismo del actual senador perredista, su ambición por asumir el control tras la silla de la Ejecutiva Estatal, Amalia García Medina, por lo menos es el pretexto, augura la severa fractura del partido en Zacatecas con pronóstico reservado en su repercusión nacional.

Existen elementos claros del apoyó del legislador ofrecido a los candidatos de oposición después de que sus fieles perdieron las internas partidistas que atribuyeron a la gobernadora y cuyo resultado fue la pérdida del 45 por ciento de alcaldías administradas por el PRD.

Por ello, la gobernadora señaló el 4 de julio en la Ciudad de México: “Sé, y fui presidenta del PRD, que nuestro estatuto establece que quien apoye a otros candidatos de otros partidos o vaya con candidatos de otros partidos no se le expulsa, sino que automáticamente se coloca fuera del PRD. Creo que eso sucede con todos los partidos políticos. Me parece que eso es lo que resulta normal en los partidos”.

Sería la gota que derramó el vaso. Los perredistas están inconformes con la actuación del salinista Ricardo Monreal Ávila en las elecciones presidenciales, debido a las dudas generadas sobre las redes que se le encomendaron para el proselitismo y que se reflejó la inconsistencia al mostrar incapacidad de asignar delegados en el 40 por ciento de casillas.

Una factura pendiente del zacatecano con el coordinador de campaña, Jesús Ortega Martínez y su numerosa corriente Nueva Izquierda que se sumó al Foro Nuevo Sol de Amalia García, para exigir la expulsión del legislador, en donde el secretario general del partido, Guadalupe Acosta Naranjo, sentenció en conferencia de prensa el 4 de julio:

“No me tembló la mano con la ex jefa de gobierno (Rosario Robles), ya les dije, que era un poquito más grande la responsabilidad que (ella) tenía y era ex presidenta nacional del PRD y no nos tembló la mano, está fuera del partido”.

La reprecisión nacional es previsible si se considera que el zacatecano pertenece al primer círculo del tabasqueño Andrés Manuel López Obrador, quien tal vez por su querencia al partido que le compuso el himno y del que desertó por su enfrentamiento con su paisano Roberto Madrazo, adoptó a sus excorreligionarios para fortalecer su poder perredista.

Ignoró la diatriba de 1988 de Ricardo Monreal Ávila en colaboración con la colimense Socorro Díaz Palacios y Manuel Camacho Solís, el autoproclamado ideólogo del régimen salinista que persiguió a lo que fue primero Frente Nacional Democrático y transformado en Partido de la Revolución Democrática con cerca de 400 muertos en esos seis años.

Es difícil soslayar que el ex yerno del desaparecido chiapaneco Manuel Velasco Suárez, primo hermano del jerarca clerical Rodolfo Suárez, apadrinó el ingreso a las ligas mayores de la política a la comiteca Elba Esther Gordillo Morales en la euforia del salinismo. Y en política no existen las casualidades sino las causalidades.

Así, el pacto de 1988 entre Carlos Salinas y el purpurado tampiqueño con investidura de Arzobispo de la Ciudad de México, Ernesto Corripio Ahumada, para reformar el Artículo 130 Constitucional por medio de los masones Carlos Vázquez Rangel y Manuel Jiménez Guzmán en 1992, le hará su fiesta de quince años el presidente Felipe Calderón.

En tanto, el Partido Nueva Alianza constituido en 2001 por la comiteca Gordillo Morales, afianza sus nexos con la Fundación alemana Federico Neumann, de origen nazi, y penetra las filas masónicas con su excandidato al noveno distrito chiapaneco, Francisco Zentella y Sasso, que asumió ilegalmente la dirigencia del Supremo Consejo de México.

¡Puros buenos muchachos! La pulverización del PRD lo inició López Obrador en el Estado de México al imponer a su íntima amiga Citlalli Ibáñez, como candidata a la gubernatura. Su cercano colaborador Monreal Ávila lo consumó en Zacatecas. Y coincidió con la comiteca Elba Esther en derrotar al PRI y atomizar a la masonería.

Elementos que hacen pensar en la existencia de una conspiración de extrema derecha internacional contra México por los lobos disfrazados de ovejas.

Afortunadamente fracasaron los empleados de Peña Nieto y de Elba Esther con el malestar alemán al servicio del imperialismo estadounidense, en su intento de apoderarse de la Federación de Asociaciones de Periodistas Mexicanos. Una leve esperanza de que fracasen los conspiradores y estrategas de la balcanización nacional.



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