Están abiertas las heridas del proceso electoral presidencial. En el balance anual, el mayor perdedor es el IFE, mientras que los contribuyentes observan las promesas de campaña incumplidas, lo mismo del retiro del candidato perdedor como del triunfador con su propuesta de generar empleos para reactivar la economía y restaurar la seguridad.
Jaime Chalita Zarur, presidente del Consejo Masónico Mexicano, reflexionó sobre el oneroso costo que representa el IFE en relación inversa a su credibilidad ya que “aumenta en la población, la sensación de que no cumplió imparcialmente en las elecciones federales y se extiende la sospecha a los recientes procesos estatales. ¡Algo se debe hacer!”
La razón de la duda se ubica en Luis Carlos Ugalde, miembro del grupo político del yerno de la chiapaneca Elba Esther Gordillo, la que un día acepta su influencia en el magisterio para derrotar al priísta tabasqueño Roberto Madrazo y otro día se muestra humilde y le concede libertad de conciencia electoral a sus agremiados.
Sin embargo, los electores se preocupan más por la angustia cotidiana para sobrevivir en la vorágine de “ajustes estructurales” de precios a los productos básicos y la amenaza de una Reforma Tributaria made in The Chicago Boys, que deja la impunidad de grandes evasores y castiga a consumidores y pequeños y medianos industriales con nuevos impuestos.
Además de la seguridad en cada mexicano de que sale de casa sin saber si regresará por la creciente violencia atribuida al crimen organizado sin que haya poder militar que lo frene.
Es cierto que el de Macuspana incumplió su promesa de retirarse a… su rancho en el norte chiapaneco si perdía las elecciones, sin percatarse de que su activismo provoca el retroceso del PRD, por ejemplo en Zacatecas por obra y gracia de Ricardo Monreal, como también es cierto que no existen los milagros y algo se debe hacer, con urgencia, para salvar al país.
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