Rapaces

Por MARIO LUIS ALTUZAR SUAREZ

Sangrar a las piedras, es el epicentro de la moderna teología económica dictada por el imperialismo disfrazado de globalización. La fórmula consiste en que los contribuyentes sostengan un gobierno chiquito favorable a las transnacionales concentradoras de la riqueza y contrario a las pequeñas y medianas empresas generadoras de empleo.

Así se sintetiza la directriz de las tres rondas de los Consensos de Washington que con singular entusiasmo se inició en México con el señor Ernesto Zedillo, se profundizó con el señor Vicente Fox y se intenta consolidar en la administración calderonista con base en su propuesta de reforma tributaria.

La urgencia en la convocatoria presidencial para que el legislativo convoque a un periodo extraordinario de sesiones para aprobar la moderna miscelánea fiscal muy cercana a los postulados de Antonio López de Santa Anna en 1853, se explica en la potencial escasez de recursos petroleros como en legalizar acciones aplicadas en diferentes servicios públicos.
Cítese, por ejemplo, que en copia fiel al mandato de los Estados Unidos que impulsó el cobro de derechos por el ISBN en la edición de libros, un servicio que era gratuito para empresas pequeñas con menos de 10 títulos, ahora, por disposición del director general del Instituto Nacional de Derechos de Autor, Adolfo Montoya, se fijaron tarifas onerosas.

Los costos son: Nueve dólares por derechos de cada uno de los ISBN, nueve dólares por cotejo supuesto del acta constitutiva y nueve dólares por derechos de autor de la obra, con documentos que quedan en poder del banco y el recibo bancario en el INDA, sin que el contribuyente pueda justificar esos gastos en su contabilidad hacendaria.

Sumarían 27 dólares en cada título y que no están contemplados en las leyes respectivas y contrasta con los ocho dólares que cobra, por ejemplo, Argentina. Entonces, sangrar a las piedras tiene un nombre: Rapacidad.

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