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Desencuentros


Por MARIO LUIS ALTUZAR SUAREZ



Tan cerca y sin embargo, tan lejos. Son las dos realidades de la vecindad geográfica de México con los Estados Unidos y su compleja relación por la disparidad económica de la poderosa cabeza de la globalización que asume su Destino Manifiesto de 1823 y un país empobrecido por el asedio por sus recursos naturales y humanos.


Al cumplir los primeros 100 días de su gobierno, el presidente Felipe Calderón se mostró decidido a proseguir con la recuperación de las calles con seguridad para los mexicanos, y que se bañaron de sangre por la aberrante política del ¿por qué yo?, de su antecesor el señor Vicente Fox que, además se sospecha, encabeza el “fuego amigo” contra el actual mandatario.


Frente a los ultraconservadores que sienten ser los elegidos para sostener un gobierno teocrático favorable al clero político en demérito de las demás religiones, atrincherados en el PAN con un gobierno de sombra que entorpece las acciones del gobierno federal, al señor Calderón enfrenta la problemática internacional heredada.


En este marco llega hoy a Cancún, Quintana Roo, el presidente de los Estados Unidos, George Bush hijo, disminuido por sus errores políticos, en donde sobresale su política de la mentira para incendiar al mundo en el loco afán de que las transnacionales se apoderen y controlen el petróleo mundial con una consecuencia funesta: Conculcar los derechos civiles del país.


La distracción del inquilino de la Casa Blanca para ocultar sus yerros, encontraron una salida en el fantasma de la invasión silenciosa de los indocumentados al mismo tiempo de criminalizarlos por el sólo hecho de ser las víctimas de la globalización económica y su teología del Consenso de Washington que devastó la economía latinoamericana.


El más efectivo y complementario al anterior dogma, empero, es la ocurrencia tradicional de culpar a México del ingreso de drogas y que, por ejemplo, en 1967 el presidente Gustavo Díaz Ordaz señaló: “Para que haya un trampolín se requiere que exista una alberca”, en respuesta a la acusación estadounidense de que los mexicanos eran el trampolín de la droga.


Al margen de los acuerdos bilaterales de 1942 para que México cultivara amapola y fuese el productor de marihuana y heroína de los ejércitos estadounidenses enviados a la Segunda Guerra Mundial, tiempo en que se registra el interés de Alcapone para adquirir áreas de cultivo en el Istmo de Tehuantepec, el problema del narcotráfico es made in USA.


Se recuerda que en 1962, con la obsesión de derrocar al líder cubano Fidel Castro, desde organizar una conspiración que le trasquilara la barba hasta la concesión a los grandes capos como Santos Traficante y Sam Giancama al frente de los cubanos exiliados, para l tráfico de estupefacientes con sede en Miami, Florida, gobernada hoy por el hermano del presidente de los Estados Unidos.


Es imposible soslayar que la caída de Richard Nixon, entre otros elementos, tiene tras bambalinas la organización de los 10 Sucios para investigar a las corporaciones policíacas estadounidenses sobre sus nexos y complicidad con los grandes capos. Curiosamente, al caer Nixon el operador encargado, Howard Hunt logró benevolencia de la justicia.


Recientemente desaparecido, Hunt era un agente de la CIA que creó un sistema para dar provisiones a los vietnamitas por medio de transporte aéreo que lo mismo recibía los narcóticos de la guerrilla que entregaban armas. Una ingeniería que se detectó con Juan Demetrio Punte Negro cuando era embajador de los Estados Unidos en Honduras.


El diplomático que nombrado por el presidente George Bush hijo, fue excluido de la investigación en los 80 que encausó al coronel Oliver North por el tráfico de drogas que se comercializaban en Los Ángeles a cambio de armas para los contras nicaragüenses.


Un hilo conductor que lleva a recordar que a mediados de los 60, siendo líder de los actores estadounidenses Ronald Reagan, se adoptó la modalidad entre las estrellas de que para mostrar su éxito, en las fiestas se ofrecían grandes bandejas de plata con cocaina.


Así, mañana sostendrán los dos mandatarios, una reunión de Estado en donde poco o nada se puede esperar. El señor Calderón destinó más de 20 mil militares y marinos en apoyo a las diferentes corporaciones policíacas mexicanas para terminar con el baño de sangre. La contraparte estadounidense que recibió, incluso, un importante paquete de narcotraficantes, parece no estar dispuesta a cumplir con su parte.



www.arcanorevista.com








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