En un ambiente de recesión económica y de inseguridad violenta, los mexicanos repetiremos el 24 de diciembre: Feliz Navidad y próspero año nuevo. Una frase hueca ante los duros signos del colapso del sistema sin la mínima capacidad de respuesta de los adoctrinados en las entrañas de la globalización insensible al hambre y la miseria.
La realidad abofeteó la retórica triunfalista de los encargados del gobierno. Y todavía intentan minimizarla. Oficialmente se dice que se ajustará la proyección de crecimiento del 1.8 por ciento en 2009. Una respuesta tardía. La CEPAL dio a conocer que será cuando mucho del 0.5 por ciento y aumento del desempleo al ocho por ciento.
El doctorado en la Universidad de Chicago y experiencia laboral en el Banco Mundial, consideró prematuro declarar la recesión y aceptó solamente una desaceleración en la economía. Discrepó la Confederación de Cámaras Industriales: En 2008 se desplomó siete meses la producción industrial y anunció la recesión.
Lo más grave es que se avizora una inflación superior al seis por ciento, por encima del 4.6 por ciento del aumento al salario mínimo, equivalente a dos pesos con cuatro centavos, unos 18 centavos de dólar, para los que logren mantener su trabajo, ya que, por ejemplo, las automotrices extranjeras ajustarán cerca de dos mil empleos.
Dicho en palabras de la Comisión Económica para América Latina (CEPAL), en 2008 el desempleo abierto se ubicó en 7.5 por ciento contra el 4.2 por ciento reportado por el gobierno federal y aumentará cuando menos al ocho por ciento el próximo año.
Recesión con inflación y desempleo, en un ambiente violento con poco menos de 25 mil homicidios dolosos, en donde las cifras bailan según la dependencia federal que las maneje, poco más de mil secuestros denunciados (se estima que uno de cada cinco delitos se acude a la autoridad), sin mencionar el robo, depara un 2009 espeluznante.
Lejos de enfrentar con diagnósticos serios el problema, se buscan fantasmas. El subprocurador de Derechos Humanos, Juan de Dios Castro Lozano ha señalado a periodistas como enemigos del Estado y su subalterno encargado de atender las agresiones a los comunicadores, Octavio Alejandro Orellana Warco, los criminaliza.
Una política del autismo triunfalista, en que se anuncian reservas internacionales cercanas a los 85 mil millones de dólares, pese a la inyección de 15 mil millones de dólares que benefició a la banca y especuladores con grupos de abogados listos para acechar a los tarjetahabientes sobre explotados con tasas de interés.
Ese guardadito se atesora y se ignora el reclamo de apuntalar a los empresarios mexicanos, que sí los hay, y que requieren de basta mano de obra. Se hace lo contrario. Se les persigue fiscalmente. Una persecución extendida a los damnificados con incrementos en combustibles y energía eléctrica. Agotados por la carestía.
Se observa la preocupación en las tres clases sociales del moderno dogma del libre mercado pervertido por el monetarismo: Los círculos altos del gobierno por mantener sus onerosos sueldazos, los cada vez menos ricos por proteger su riqueza y ponerla a salvo en el extranjero y la mayoría por no saber si regresará a su casa.
Un panorama angustiante, en donde sacando fuerza de flaqueza, nos decimos el miércoles 24 de diciembre: Feliz Navidad y próspero año nuevo en un ambiente festivo con las mesas vacías y la esperanza en el milagro de la intervención divina. Es lo único.
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