El Adoctrinado
Por Mario Luis ALTUZAR SUÁREZ
Se equivocaron los globalizadores. Así lo reconocieron en foros separados. En la ONU el ex presidente de los Estados Unidos, William Clinton y, en el Congreso, Alan Greenspan, ex titular de la Reserva Federal de los Estados Unidos. Contrasta el presidente de México, Felipe Calderón que confirma sus votos en el libre mercado.
Es cierto que la globalización pudiese ubicarse en el Tratado de Tordesillas del 7 de junio de 1494 entre Isabel y Fernando, reyes de Castilla y Aragón, con Juan II rey de Portugal para repartirse las zonas de conquista y anexarse el nuevo mundo. Inicia su etapa moderna el 9 de noviembre de 1989 con la caída del Muro de Berlín.
Básicamente, la globalización es un proceso económico para integrar a las economías nacionales en una sola economía de mercado mundial con: Apertura de mercados nacionales al libre comercio; Fusiones entre empresas multinacionales; Eliminación de empresas públicas y Desregulación financiera internacional con los TLC.
Su antecedente se ubica en el monetarismo, entendido como: la oferta monetaria es un elemento esencial para explicar la determinación del nivel general de precios, impulsado de 1979 a 1990 por la primera ministra británica Margaret Hilda Thatcher en alianza con el presidente de los Estados Unidos de 1989 a 1993, George Herbert Walker Bush.
La recesión económica influyó para impedir la reelección del republicano y entregó el poder estadounidense el 20 de enero de 1993 al demócrata William Jefferson "Bill" Clinton, fiel creyente del libre mercado que heredó en 2001 al republicano George W Bush hijo, considerado más agresivo que su padre en política y economía.
Podría decirse, entonces, que el artífice de la globalización es el demócrata Clinton, el mismo que reconoció haberse equivocado, el 23 de octubre en la reunión de alto nivel en la ONU para discutir la crisis mundial financiera, de alimentos, energía y cambio climático, por “creer que la comida era otro producto del mercado internacional”.
En otro escenario, en el Congreso de los Estados Unidos, Alan Greenspan, al frente de la Reserva Federal de 1987 al 2006, reconoció el 23 de octubre, haber encontrado en su ideología, después de 40 años, “un defecto; no se cuan significativo o permanente es, pero ese hecho me ha afligido mucho”.
El “defecto” mencionado por el ejecutor de la globalización monetarista, se agudiza en 1999 con la desregulación estadounidense de los bancos en actividades financieras que ponderaron la especulación en los mercados de alimentos y energéticos que afectó el consumo y por lo mismo, la producción y la infraestructura mundial.
Lo “significativo o permanente” que no sabe el señor Greenspan, se observa en las cifras mundiales: 862 millones de hambrientos, más de mil 200 millones en la extrema pobreza que ingresan menos de un dólar diario para vivir, 210 millones de desempleados en 2009.
Un caso concreto: México es el líder en nivel de pobreza y en desigualdad de ingresos entre los 30 países miembros de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE). Hay razón: Menos de 270 apellidos concentran más del 80 por ciento de los depósitos bancarios.
Sin embargo, la respuesta a la crisis financiera internacional, profundiza el problema. Se rescata a los banqueros con la disfrazada estatización en Estados Unidos y Europa, con factura a los contribuyentes y a los países llamados emergentes y los subdesarrollados con impuestos y castigo a los precios de las exportaciones de las naciones pobres.
De nada sirve que el señor William Clinton confiese: "Necesitamos que el Banco Mundial, el Fondo Monetario Internacional, que todas las grandes fundaciones y los gobiernos, admitan que durante 30 años nos hemos equivocado, incluido yo cuando era Presidente”.
Por ejemplo, el presidente de México, Felipe Calderón, en Chiapas, en el Encuentro Empresarial 2008, organizado por la (COPARMEX), confirma sus votos y juramentos hacia el libre mercado que inyecta cerca de 15 mil millones de dólares de las reservas mundiales en beneficio de la banca extranjerizada y al capital especulativo.
Una insensibilidad propia de un dogmático administrador adoctrinado en la matriz de la globalización monetarista en proceso de revisión por su colapso, y que agrava el presente violento con desempleo y recesión económica de pronóstico reservado para la estabilidad democrática y el futuro como nación de México.
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