Nada es casual. Todo es causal. Se dice en los arcanos místicos que el desaparecido veracruzano Jesús Reyes Heroles resumió: “En Política la forma es fondo”. Así, al cruzar la información aparentemente aislada, se observa el proyecto de un estado policíaco que permita la integración de la North American Union.
A la aspiración setentista de los Estados Unidos para coordinar la policía y la milicia en su lucha contra el narcotráfico, se rebasó con el acuerdo en marzo de 2005 de crear en 2010 la North American Union entre Canadá, Estados Unidos y México.
Prácticamente faltan dos años para que se cumplan los tiempos fatales que se confirmaron el 29 de septiembre en la reunión en Cancún del presidente Felipe Calderón con la Comisión Trilateral de magnates de tres países encabezados por su creador por David Rockefeller y su desigual contraparte mexicana, Lorenzo Zambrano.
Un compromiso que obliga a apurar el paso en el regreso a las transnacionales del sector energético, profundizar la recaudación fiscal para sostener al gobierno, homologar las leyes judiciales y organización de los cuerpos policíacos y militares en similitud a sus contrapartes canadienses y estadounidenses, y sostener los acuerdos actuales.
En este marco emerge la cotidianeidad mediática de los protagonistas de la semana:
Martes se aseguran dos casas, Coyoacán y San Ángel, y detienen sicarios del narco; A ocho columnas dice el jueves un diario capitalino: Policías en el D. F., soldados del “Chapo” y en la nota se añaden a policías federales y ex militares.
Jueves, el procurador General de la República, el foxista Eduardo Medina Mora ofrece una conferencia de prensa y ubica a los detenidos como gente de Arturo Beltrán Leyva, emparentado con Joaquín Loera Guzmán conocido “El Chapo”.
Casi en forma simultánea, el subprocurador Jurídico y Asuntos Internacionales de la PGR que ocupó después de haber encabezado la lucha antinarco en el foxismo, José Luis Santiago Vasconcelos, informó que él es el alto funcionario federal que intentarían asesinar el 22 de diciembre pasado y el 17 de enero.
Un ambiente ideal para que David T. Johnson, secretario de Estado adjunto para Narcóticos del señor Bush, reconoció la “voluntad política” del presidente Calderón en su guerra contra el narco y confirmó sus votos de fe hacia el Congreso estadounidense y que apruebe mil 400 millones de dólares del Plan Mérida, renombrado el Plan México con la idea de evitar confusiones con el Plan Colombia.
Curiosamente, Santiago Vasconcelos fue el encargado de combatir al narco en el foxismo, tiempo en que, según Sergio Luis Chico Méndez y Lauro Alberto Anaya Rosell, del Comité Ejecutivo Nacional del Sindicato Nacional Independientes de la PGR: “Se redujo en 85 por ciento la aspersión aérea de plantíos de marihuana y amapola en el sexenio de Vicente Fox y a partir de noviembre de 2006, se canceló esta actividad antinarco”.
Sin embargo, se avanzó. El diputado priísta jalisciense Héctor Padilla Gutiérrez, anunció la disposición de su partido para aprobar la reforma energética y la judicial a cambio de que se destituya a su paisano el Bebeto que soñó con ser el Caballo Negro a la presidencia contra su correligionario, el actual mandatario.
En ningún momento mencionó la “revisión” y mucho menos la “renegociación” que exigen los campesinos de todos los partidos políticos que en seis marchas distintas se dirigen a pie y en tractores al Distrito Federal en que harán una magna concentración contra el TLC el próximo jueves, lo que implica el tradicional “atole con el dedo”.
Cumple así, el PRI, la función que hizo el PAN en la firma del TLC en 1992, con la diferencia de que en 2010 podría ondear la bandera de la North American Union, como el 15 de septiembre de 1847, la bandera de los Estados Unidos en el Palacio Nacional.
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