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Se respira miedo

Por Mario Luis Altuzar Suárez



Ciudad de México, 27 de ene.- Es un pueblo fantasma. Ya pasó un mes. El 28 de diciembre de 2010, un grupo de encapuchados, sicarios de Joaquín “El Chapo” Guzmán Loera, incendiaron 37 casas y 27 camionetas, mataron todos los animales y un vecino del poblado de Tierras Coloradas del municipio El Mezquital, en la Sierra de Durango.

Los pobladores castigados por la muerte de uno de los jefes intermedios en una discusión con las 40 familias del poblado el 26 de diciembre, siguen con miedo, lejos de su tierra, si atreverse a regresar, por la ferocidad de los sicarios del Chapo sospechosamente fugado el 19 de enero de 2001 del Penal de Puente Grande.

La zona es de alto riesgo. Parece territorio del Chapo. Se recuerda, por ejemplo, que el 11 de agosto de 2009 la Policía Federal Preventiva encontró un escondite del Chapo Guzmán en Durango, en el que ocultaba arsenal, marihuana y dinero, entre otras cosas.

Durango forma parte del llamado “triángulo dorado”, junto a los estados de Sinaloa y Chihuahua, donde se cultiva amapola (con la que se hace la heroína) y marihuana, y también es ruta del tráfico de drogas hacia Estados Unidos, de acuerdo con el gobierno.

En los últimos meses grupos de pistoleros al servicio del narcotráfico han atacado decenas de poblados en el norte de México, quemando viviendas como represalia contra sus habitantes por denunciarlos a las autoridades o para forzar la huída de sus pobladores.

El secretario de Gobierno del estado, Hugo Rosales, le dice a nuestro compañero Alberto Nájar, periodista de la BBC Mundo acreditado en México, que fue una disputa de narcotráfico, pues algunos pobladores vendían amapola y marihuana a la banda de Los Zetas.

"Otro cartel, el de Sinaloa que pelea toda la sierra, exige que le entreguen la droga a ellos pero no lo hacen y entonces ocurre el enfrentamiento", explica.

Casi un mes después del ataque los habitantes de Tierras Coloradas, indígenas de la etnia tepehuana, no han vuelto a su hogar.

La mayoría permanece en plazas públicas, iglesias o refugiados con familiares en la capital de Durango, en el norte de México

Analistas como Martín Barrón, investigador del Instituto Nacional de Ciencias Penales (Inacipe), aseguran que la violencia es parte de la estrategia de las organizaciones criminales para intimidar a sus adversarios.

"Los carteles buscan limpiar las zonas, saber con quiénes cuentan y eliminar opositores. Eso reconfigura los mercados del narcotráfico", dice en conversación con BBC Mundo.

Pero también hubo casos en que los pobladores quedaron atrapados en batallas de sicarios, como ocurrió hace poco en Ciudad Mier, Tamaulipas, en el noreste.

Grupos de Los Zetas y el Cartel del Golfo se enfrentaron con rifles de asalto y granadas en las calles de la comunidad, cercana a la frontera con Estados Unidos.

La mayoría de los vecinos abandonó sus casas pues los sicarios amenazaron con matar a quien permaneciera en el pueblo.

El gobierno estableció la Operación Noroeste con cientos de soldados, policías e infantes de marina para rescatar Ciudad Mier, así como otras poblaciones de Tamaulipas y Nuevo León.

Después del ataque a Tierras Coloradas, habitantes de otros pueblos cercanos huyeron de la región.

Muchos están varados en la capital del estado de Durango porque tienen miedo de volver y además, no encuentran empleo, le dice a BBC Mundo el sacerdote Jorge Blanco, responsable de la Pastoral Social de la Iglesia Católica en la región.

"Son campesinos tepehuanos que no saben ganarse la vida en la ciudad. Y sólo algunos hablan español", explica.

Las autoridades desplegaron soldados y policías en la zona montañosa, conocida como de Las Quebradas, pero sólo permanecerán unas semanas.

Después, quienes decidan regresar pueden sufrir un nuevo ataque, reconoce Faustino Reyes, alcalde de Mezquital, el municipio donde se encuentran las comunidades.

"No lo puedo asegurar, pero se corre el riesgo. Son cosas que entristecen a la gente y preocupan al gobierno municipal", dice en conversación con BBC Mundo.

Y es que mientras no termine la disputa entre Los Zetas y el Cartel de Sinaloa, la región montañosa de Durango seguirá como zona de riesgo, reconoce el alcalde.

Las autoridades mexicanas han dicho que combaten por igual a todos los grupos de narcotráfico, e incluso 20 de los 37 líderes principales de los carteles fueron capturados o murieron en enfrentamientos.

Se duda. Con las mismas cifras oficiales:

La cantidad de drogas aseguradas a esta organización en los últimos años fue la siguiente: en 2007 se le arrebataron 4.3 toneladas de cocaína y 4.5 toneladas de marihuana, y para 2008, esas cifras cayeron a 2 gramos de cocaína y 239 kilos de marihuana.

Para los años 2009 y 2010, los aseguramientos de cocaína a “el Chapo” Guzmán fueron de 445 y 707 kilos, respectivamente, y de marihuana, 51.8 y 13.56 kilogramos.

La lucha contra y entre bandas de traficantes de drogas ha causado la muerte a más de 34.000 personas en los últimos cuatro años. El 99 por ciento de los asesinatos están en la impunidad pese a la distracción mediática de las detenciones de cuadros altos y medios del narcotráfico, que después aparecen muertos en otras balaceras.

Puede decirse, entonces, que se respira el miedo.

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