Aconsejó el escritor mexicano Carlos Fuentes, por allá de 1973, a los jóvenes escritores que buscaran el extranjero para superar las mafias literarias que impiden el desarrollo cultural nacional. El tiempo parece detenerse en el espacio. Se mueve únicamente en extender sus tentáculos paralizantes hacia todos los sectores de la sociedad.
Puede hablarse de las “capillas” culturales en donde ofician los santones beneficiados a la eternidad por los presupuestos públicos que superan los cinco mil millones de pesos tan solo en el Consejo Nacional para la Cultura y las Artes, sin que se justifiquen con proyectos pictóricos, literarios, cinematográficos, esculturales, danza, entre otros, de nivel internacional. Los galardones son obtenidos por esfuerzos individuales sin apoyo oficial.
El Congreso de Chiapas, controlado por panistas, acude a la vieja fórmula de distinguir a cualquiera de esos santones con la Medalla Rosario Castellanos, marginando a los creadores estatales. Y lo mismo se repite en los demás estados.
Desde el 1 de diciembre de 2000, se adoptó la aberrante fórmula del señor Vicente Fox con sus pifias que le mostraron como el Primer Ignorante del país, en justificar el supuesto éxito de su administración al colgarse de los éxitos ajenos, reduciendo el entorno cultural, científico y tecnológico al reconocimiento del ámbito deportivo amateur o profesional.
Puede mencionarse el caso de la campeona mundial de atletismo, la sonorense de 30 años Ana Gabriela Guevara Espinoza, que su éxito a base de su esfuerzo personal fue materializado por una televisora y un banco, principalmente, sin apoyo oficial.
Ante el fracaso de los deportistas en Juegos Olímpicos pese a los millonarios presupuestos que jamás llegan a los atletas, el foxismo se vistió de gala con el éxito de los deportistas minusválidos de bajo presupuesto encontrado por el trabajo arduo de convencer a empresas privadas para financiar a los atletas.
Fue más notable la forma en que el señor Fox buscaba las luminarias en el triunfo de un boxeador profesional o de la selección mexicana de futbol, la grande y la de jóvenes que pertenecen al sector profesional.
Y la estrategia mediática sin costo económico, lo repitió el sucesor panista, el michoacano Felipe Calderón, desde su campaña electoral en que se puso la verde de los juveniles.
Apropiarse de los éxitos ajenos para anunciar supuestos programas de apoyo que se reduce a los exitosos y reconocidos en el extranjero, sin haber invertido ni un centavo en ese esfuerzo individual, lo hizo el señor Carlos Salinas con el investigador René Drucker Colín y sus investigaciones sobre el mal del Parkinson y del prestigio de Mario José Molina Henríquez que recibió el Premio Nóbel de Química el 11 de octubre de 1995 por su lucha desde 1973 contra la contaminación.
Ahora, le toca el turno al señor Calderón. Llamó por teléfono a los jóvenes toluqueños Adriana Alcántara Ruiz, Dalia Graciela Díaz Gómez y Carlos Hernández Mejía, quienes obtuvieron el Premio Estocolmo Juvenil del Agua 2007 en que participaron más de 25 mil proyectos de todo el mundo.
Lo novedosa propuesta de los mexiquenses es baja en costo y tiempo para eliminar hasta en el 90 por ciento los metales tóxicos del agua y que desarrollaron en su nivel de bachillerato en el Instituto Cultural Padeia.
El mandatario ofreció que les otorgará una beca, sin mencionar el monto, cuando se invista de falso triunfo político al recibirlos después de que la Princesa Victoria de Suecia les entregó una escultura de cristal y una beca de cinco mil dólares.
Recordamos que el 4 de junio del 2007, Carolina Aranda Cruz, de 11 años, estudiante de quinto de primaria, fue invitada a dar un discurso en el World Trade Center ante cientos de pediatras y del secretario de Salud. Su discurso terminó con una frase devastadora: "Pobre México nuestro, tan cerca del futbol y tan lejos de la ciencia".
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